Empiezo esta entrada mientras estoy sentada en el escritorio de serigrafía, y mi vecino del piso de arriba ve o escucha (supongo que ve y escucha) un partido de fútbol. No alcanzo a escuchar claramente pero sé algunas cosas:
- El locutor es muy aburrido
- No es un partido nacional, ni narrado por colombianes.
- Es futbol
- Alguien hizo un gol
- Mi vecino o no está a favor de quienes metieron el gol, o no grita cuando mete un gol su equipo.
Me encanta el sonido. Si hubiera puesto música, no habría escuchado.
La llegada a este tema ha sido muy emocional. Siempre me imagino una sala de exposición donde las personas puedan escuchar los sonidos y las memorias sonoras y relacionarse con estas. También, que antes de salir, puedan registrar sus memorias para que entren a ser parte del archivo. Cada vez que lo pienso más, creo que si pudiésemos grabar todos aquellos sonidos que ya no existen, podríamos generar unos mapas emocionales muy profundos de memoria y significado del territorio.
Los sonidos me transportan emocionalmente a lugares que quiero mucho. Mi proceso de encontrarme con este tema surgió a través de eso, de guardar en mi memoria unos recuerdos que, más que las imágenes, me llevan a recordar experiencias de vida. Si hace unos años hubiese pensado más en esto, seguro los hubiera registrado para mí, pues es muy raro que vuelva a escuchar muchos de ellos. Pero sí los recuerdo y tengo dentro de mi testimonio muchas historias de esos sonidos.
Entré a la maestría queriendo trabajar con el archivo y me encontré con una ausencia de material para utilizar. Me ha servido mucho para irme al origen y construir un criterio mucho más profundo y complejo sobre mi tema de investigación, y me ha dado la posibilidad de reencontrarme con el mundo académico y mis convicciones, podría decir editoriales, sobre cómo contamos el mundo.
Así llegué al tema de sonido y memoria. Si bien sigue siendo muy extenso, hoy escribo para argumentarme a mí misma la importancia de este proyecto. Así, creo que lo puedo tener más claro y puedo tomar decisiones conscientes y coherentes a lo que quiero hacer.
Creo en la historia que es contada en la cotidianidad, aquella que no está contada en los libros y que no suele trascender en las tradicionales instituciones de la memoria. Sin embargo, con la facilidad de registro que hay actualmente, el lugar de estas instituciones está siendo cuestionado, y la capacidad de crear nuevos contenidos que aporten y pongan en cuestionamiento la historia que todes hemos aprendido, es cada vez mayor.
¿Qué quiero demostrar? Que el sonido es una fuente de conocimiento del lugar que habitamos. Que siendo conscientes del campo sonoro de nuestro territorio, podemos conocer mucho más de él, comprenderlo, experimentarlo. Que es importante su comprensión y su registro. Eso en términos generales.
Pensando en el proyecto específico de la maestría, quiero demostrar que el sonido es una experiencia que queda guardada y tiene valor en la memoria de habitantes de Bogotá. La nostalgia del recuerdo es una clara evidencia de lo importante que es recordar un pasado que cobija la experiencia de vida de una persona. Cuando pienso en la unión de muchas de estas historias, me atrevo a decir que es posible crear un mapa de la Bogotá que ya no está y que fue importante para sus habitantes. El sonido de los buses, de los barrios, de implementos, tecnologías, culturas mediáticas, entre muchos otros, pueden construir una forma diferente de reconocernos en un lugar.
La memoria de lo que ya no está hace parte de la construcción de los lugares que habitamos hoy. Esas transformaciones de lugar, entendido como un espacio donde convergen las vidas, tienen una historia, y esos cambios tienen unos precedentes. Esos precedentes tienen un valor que me atrevo a decir, no le damos a lo que está actualmente. Cuando el transmilenio no exista, cuando exista el metro; cuando ya no se venda mazamorra por la calle, cuando las palomas no lleguen a la Plaza de Bolívar, cuando las busetas dejen de existir, …, recordaremos con nostalgia y evocaremos el recuerdo a través de los sentidos: describiremos cómo eran, para qué los usábamos, cómo sonaban. Porque creo que el recuerdo muchas veces tiene un valor más fuerte que el mismo “progreso”. Lo que ya no está, pero que me permite recordarme, a mi familia, mi entorno; eso que no está pero cumplió un rol muy importante en mi vida, es aquello que mis sentidos pueden revivir. Dentro de ellos, el sonido comienza a ser protagonista desde hace varias décadas.
La memoria, vista desde un lugar muy emocional, genera la relación con el lugar donde se vive la experiencia vital. El sonido del timbre de la casa de mi abuela, el sonido del metal del columpio del jardín de mi abuelo donde solía pasar las tardes de domingo aburrida. El sonido de Gardel que salía de la oficina de mi abuelo. El timbre del colegio.
Creo que los sonidos hacen parte de la experiencia vital individual. Creo que todes podemos relacionarnos con sonidos de nuestro pasado o que ya no están o que ya no escuchamos. Ahora, y los sonidos que todes tendemos a escuchar por la ciudad, dónde están? Construyen una identidad que se involucra con el espacio que habitamos? Cómo suena el lugar donde se desarrolla mi experiencia vital?
¿Qué quiero lograr con ese recordar sonoro? ¿Para qué quiero recordar y registrar los sonidos del pasado bogotano? Quiero que la sociedad los pueda escuchar. ¿Para qué?
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16 de noviembre
La preservación de la memoria a través del archivo sonoro: recuerdos sonoros de los habitantes de la ciudad de Bogotá-
La memoria sonora de Bogotá contada a través de sus propias voces: un acercamiento a la ciudad desde los recuerdos sonoros de sus habitantes.
El poder del sonido: una mirada digital de Bogotá a través de la memoria sonora de sus habitantes.
El poder del sonido: representaciones digitales de Teusaquillo y Chapinero a través de la memoria sonora de sus habitantes.
Memoria sonora:
Justificar el uso del concepto de memoria sonora como un campo en constante crecimiento y con poca visibilidad dentro de la memoria colectiva. Aportar a la construcción de este concepto en las narrativas espaciales de un lugar. Ya ha sido experimentado desde lo radiofónico, los hechos históricos (Campos de Argentina). Poderle dar una mirada desde la relación de habitantes con el lugar que habitan y la construcción colectiva o comunitaria de este lugar a partir de recuerdos sonoros que representan objetos o experiencias que han sido parte de la vida de varios habitantes.
Memoria es un concepto muy estudiado en Europa, los estudios de la memoria tienen su origen principalmente en Francia. En Colombia no tenemos unos procesos similares a Francia, entonces quise acercarme a un contexto latinoamericano y en lo posible colombiano. En esa búsqueda encuentro el concepto de memoria sonora, utilizado en investigaciones en Argentina, México y Colombia.
Este concepto combina dos elementos esenciales del origen de esta investigación. Por una parte, la memoria entendida como la relación de los seres humanos con su pasado desde el presente, una forma de relación “desde abajo”, construída desde las experiencias y vivencias; y por otra parte, el valor del sonido en la experiencia social y colectiva de los individuos, así como ese cúmulo de experiencias individuales pueden ser afines entre diversos sujetos, construyendo la memoria sonora de una comunidad.
¿Cómo influyen estos recuerdos sonoros la vida presente de sus habitantes? ¿Qué evoxan estos sonidos para considerarlos parte importante del presente de sus habitantes? ¿Por qué son importantes para sus habitantes?
Entrevistas: será importante hacer una contextualización previa a la entrevista. Una o dos entrevistas? Unas preguntas previas al registro? Todo esto pensando en la premisa del texto de concrentación argentina, donde se establece médicamente que los sucesos cotidianos son más difíciles de recordar. ¿Cómo evocar esos sonidos en la entrevista?
Mi tema de investigación viene de unos ejercicios exploratios de hace algunos años. Soy comunicadora social con énfasis en gestión editorial y mi proyecto del pregrado fue una propuesta para que en el énfasis empezáramos a pensar de manera diferente la forma de crear historias. En ese momento propuse el sonido como una posibilidad para contar narrativas de un territorio, e hice un prototipo de una aplicación que nació a través del trabajo de campo en diversas zonas del país, donde registramos con las comunidades sonidos importantes de su cotidianidad, cantos, entre otros, y los ubicamos geoespacialmente, pensando en que el app pudiera servir como recorridos sonoros en dichos territorios. El proyecto quedó ahí y entré a la maestría. Cuando entré, quise proponer utilizar todo ese material que ya tenía, pero por muchos factores decidí no utilizarlos y empezar a pensar desde otro lugar el tema del sonido.
Por diferentes cosas llegué al tema de los sonidos del pasado que ya no suenan en la actualidad. Empecé a indagar y empecé a encontrar en unas generaciones particulares el rápido relacionamiento con el tema, donde salían inmediatamente algunos recuerdos de sonidos en los territorios habitados. Esto se me sumó a la clase de Fundamentos, donde he identificado el gusto por el tema espacial y sobretodo la construcción de lugar. Por esto, empecé a pensar bueno, será que los sonidos hacen parte de la construcción de la memoria colectiva de los habitantes de un espacio? Inicialmente, memoria colectiva entendida como la unión o acumulación de significados de las experiencias de vida compartidos en un espacio delimitado o en una comunidad particular. Pensé, entonces, que sería muy interesante poder recoger en forma de testimonio o de historia oral los recuerdos sonoros de la ciudad de Bogotá, para así poder comprobar (o no) mi hipótesis de que el sonido es una fuente muy importante y “novedosa” (novedosa entendido desde que la historia está escrita desde los hechos y desde unas miradas que no necesariamente son la recolección de las vivencias comunes.) de conocimiento en la memoria de un lugar.
Estoy aquí: he estado rondando por el concepto de memoria y el concepto de paisaje sonoro, archivo sonoro… etc. Pero el concepto de memoria es muy europeo, entonces al buscar conceptos más cercanos a la realidad latinoamericana me encontré con el concepto de Memoria sonora, entendido como los diversos valores que adquieren los sonidos en función de las experiencias sociales y culturales de cada individuo, y que al acumularse de manera afine entre distintos sujetos, se construye la memoria sonora de una comunidad. Este concepto me ha empezado a gustar mucho y creo que trabajar desde ahí puede ser muy enriquecedor para mostrar digitalmente nuevas miradas a la memoria sonora de Bogotá. He pensado dejar en abierto la exploración espacial y las categorías de los sonidos y cerrar o enmarcarlo en generaciones específicas- He pensado en las generaciones entre el 50 y el 80 (30 años) pues son las personas que, dentro de lo que he observado, han visto y experimentado los grandes cambios de la ciudad en el último tiempo y tienen un sentido de “nostalgia”.
No he desarrollado mucho el tema digital. Creo que es muy importante hacer énfasis en la posibilidad que los cambios tecnológicos le han dado al campo sonoro para existir, y por ende, me parece fundamental poder proponer posibilidades digitales para poner hacia afuera toda esta experiencia y memoria sonora de Bogotá