El presente texto* tiene como propósito realizar la valoración patrimonial de la obra titulada El cuadrado azul de 1964, realizada por Guillermo Wiedemann. Para tal fin, se hará un análisis de esta, y de sus contextos de producción y recepción, que se decantan en el establecimiento de diversos criterios de valoración.
La obra

Este óleo sobre tela de gran formato (121,5 x 100 cm), es una de las producciones abstractas de Guillermo Wiedemann. En él, el color azul no solo es predominante, sino que se superpone a los demás tonos que le acompañan, como son el rojo, el negro o el blanco. De igual modo, este cuadro hace alarde del título al presentar una yuxtaposición de varios cuadriláteros y hexágonos deformados, explicitados a partir de contrastes cromáticos. De hecho, estos últimos generan una sensación de profundidad que traduce la yuxtaposición en una superposición geométrica (Figura 2), análoga a la superposición cromática del azul: el único cuadrado compuesto de un azul aproximadamente homogéneo está en primer plano.

Más aún, los elementos poligonales refieren al más clásico de los abstraccionismos, en el sentido de una composición geométrica, en la que cada figura es naturalmente distinguible; algo común en la exploración de Édgar Negret y Eduardo Ramírez durante las décadas de 1950 y 1960 en Colombia[1]. Pero, simultáneamente, el color y los trazos escapan de la homogeneidad hacia la hibridación – pues se entremezclan –, al alejarse de las exactas y frías fronteras del canon (Figura 3).

El contexto de producción

Para establecer un contexto de producción, es útil dar una breve cronología[2] de Guillermo Wiedemann: Nacido el 08 de mayo de 1905 en Múnich, Alemania, Wilhelm Egon Wiedemann migró a Colombia en 1939 a causa de la inminencia de la Segunda Guerra Mundial. Durante la primera mitad de la década de los 40, con el propósito de explorar los paisajes del trópico y sus habitantes, el artista recorrió las regiones del Magdalena Medio, Chocó, Cauca, Nariño y algo del Valle del Cauca. En 1947 se nacionalizó colombiano y cambió su nombre a Guillermo. Aunque en los años 50 continuó escudriñando aquellos paisajes, su técnica empezó a tender hacia la abstracción, al explorar lo esquemático a partir de acuarelas y, especialmente, desde los monotipos.[3] En efecto, desde 1959 hasta 1964, la experimentación de Wiedemann se enfocó en producciones completamente no figurativas (a través de acuarelas, collages y óleos)[4]. Finalmente, el artista se mudó a Key Biscane, EE.UU. y murió el 25 de enero de 1969, a sus 64 años.

Ahora bien, con respecto a 1959, se sabe que “las piezas que [Wiedemann] envió al Salón Nacional de Artistas Colombianos y a la Bienal de Sao Paulo fueron completamente abstractas”. De hecho, el “que su debut en este lenguaje haya ocurrido en estos dos certámenes sugiere un deseo consciente… de ser reconocido tanto nacional como internacionalmente como un artista abstracto”.[5]
Contrario a lo que una deducción intuiría, lo anterior no es suficiente para asociar El cuadrado azul a un movimiento específico; así indica la historiadora del arte, Ana Franco:
Ciertamente, la obra abstracta de Wiedemann comparte la expresividad, subjetividad, libertad y gestualidad del Expresionismo abstracto, Tachismo o Informalismo. Sin embargo, no encaja perfectamente en ninguno de estos estilos. Sus composiciones en óleo de 1960, por ejemplo, están dominadas por manchas y una energía de trazo que recuerdan la obra temprana de expresionistas abstractos como Rothko, Newman o Still. Pero la monumentalidad característica de los artistas estadounidenses no está presente en Wiedemann. Más aún, a diferencia del gran héroe de la Escuela de Nueva York, Jackson Pollock, para el colombo-alemán la pintura no era una acción en el mismo sentido: el trazo y la mancha de Wiedemann, a diferencia de los de Pollock, no bailan libre y rítmicamente sobre la superficie pictórica, sino que se posan sobre ella pesadamente.[6]
Idea que posiciona a la producción acá analizada como un híbrido que, al escaquearse del canon abstracto colombiano, elude al canon abstracto internacional.

El contexto de recepción
En lo referente al contexto de recepción – i.e. el entorno que interviene en la lectura – de El cuadrado azul, es preciso determinar que se encuentra en la colección del Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAMBO). Por lo demás, se posee muy poca información y, la que se tiene, está principalmente basada en memorias de Jaime Pulido y Mayra Rubiano, conservadores de este museo.[7]
Así las cosas, Pulido aseveró que la obra llegó al museo alrededor del año 1970 y conjeturó que fue por parte de Cristina Szalay (esposa de Wiedemann) en amistad con Gloria Zea (entonces directora del MAMBO).[8] Saber esto es de vital importancia, pues este museo tiene solamente 6 obras (todas abstractas) de Wiedemann, mientras buena parte se encuentra en el Museo de Arte del Banco de la República (63 obras en total), en colecciones privadas y – otras pocas – en el Museo Nacional.[9]
Aunque se carece de información específica acerca de la exhibición de El cuadrado azul en exposiciones dentro o fuera del MAMBO (y su relevancia específica), es importante registrar que el trabajo de Wiedemann ya tenía un reconocimiento dentro de la comunidad artística colombiana[10]. Marta Traba, crítica del arte y directora del museo entre 1962 y 1969, describía el trabajo del artista como serio y sistemático:
La incorporación de Wiedemann a la pintura colombiana representa un factor de estabilidad y específicamente, de seriedad en el oficio, en medio de las generales improvisaciones que caracterizan la actividad artística de los latinoamericanos… Es difícil que un artista entienda su profesión como una actividad que obligatoriamente se somete a métodos y a un desarrollo normal, que no puede ni evitarse ni apresurarse. Contra esa anarquía el trabajo realizado por Wiedemann a lo largo de veinte años marca una pauta que debe revelarse y subrayarse. [11]
De hecho, esa última oración de la cita se ve reforzada 53 años después por lo que comenta Franco, con respecto a la obra abstracta de Wiedemann:
Aunque … no ha sido suficientemente estudiada, ella es de primera importancia para comprender el surgimiento de la abstracción en la consolidación del modernismo artístico en Colombia. Cuando el artista colombo-alemán incursionó en este terreno, el país no era ajeno al lenguaje de la no-objetividad… un lenguaje abstracto frío. [Sin embargo], las composiciones de Wiedemann… fueron un contrapunto a ese tipo de lenguaje abstracto – incluso, generando por esto, resistencia y rechazo en el público de su momento –. Ellas, en efecto, hacen de Wiedemann el pionero de la abstracción caliente en Colombia.[12]
Criterios de valoración
Con las tres secciones anteriores, es posible realizar un proceso de establecimiento de criterios de evaluación:
- Dimensión estética
- Innovación: El cuadrado azul, al estar inscrito dentro de la abstracción caliente que menciona Franco, rompe con la tipicidad del movimiento abstracto en la Colombia de los años 60. Ciertamente, esta ruptura se explicita cuando la historiadora del arte, María Iriarte, afirma que “Hacer arte abstracto en 1960 no tiene, en sí, nada de novedoso. Sí es novedoso lo que logra el maestro Wiedemann, cuyos óleos y acuarelas no figurativos no se parecen a, ni derivan de, ninguna otra obra de la misma tendencia”.[13] Así, la innovación de este óleo de 1964 se constituye a partir de la novedad y originalidad que caracterizan a aquel lenguaje no figurativo, desarrollado por el colombo-alemán.
- Eclecticismo abstracto: A pesar de lo anterior, El cuadrado azul no solo constituye una innovación por herencia, sino que declara lo etéreo y ecléctico de la producción tardía de Wiedemann. Efectivamente, esta pintura no solo exhibe aquella calidez de lo gestual y los manchones, sino que la conjuga con la geometría de la frialdad arquetípica.
- Potencia ultimadora: Más allá de hacer parte de un desarrollo específico en el trabajo de Wiedemann, El cuadrado azul ultima y potencia a dos series de obras. Por un lado, la que conforman obras – también del año 1964 – que cortejan lo cálido y lo frío, como son Formas diagonales (1964, 132.5 x 97 cm, óleo sobre tela), Movimiento suspendido (1964, 103 x 174.5 cm, óleo sobre tela), La apertura (1964, 79 x 65 cm, óleo sobre tela) o El sueño rojo (1964, 100 x 172 cm, óleo sobre tela). Por otro lado, la serie que conforman las únicas seis piezas de Wiedemann que contiene el MAMBO en su colección – que, como se dijo, son todas abstractas –.
- Dimensión cultural
- Significación intangible: El que El cuadrado azul haga parte de una colección tan selecta del MAMBO, le da un significado especial dentro de su acervo. Pulido reafirmó esa especialidad al asegurar que esta obra constituye un patrimonio para el museo mismo. Esta significancia intangible se debe a que, dentro de su vasta colección de alrededor de 5000 piezas, compone la selecta serie de obras de Wiedemann. Además de ser, junto a Muralla china (1964, 96.5 x 168 cm, óleo sobre tela), la única que establece ese valor de eclecticismo abstracto. Por último, cabe resaltar que, en caso de ser cierto, el que esta obra sea una donación por parte de la familia más cercana del artista, también le otorga un valor especial.
- Dimensión económica
- Valor monetario potencial: La conservadora Rubiano estableció que, para el año en que fue donado El cuadrado azul, su precio era de 6000 USD.[14] Con esto en mente, y teniendo en cuenta la inflación desde el año 1970, se sugiere que el valor de la composición puede rondar los 46000 USD. Lo cual establece que la obra es, en potencia, de cuantioso avalúo económico.
- Condición
- Restauración factible: A través de Rubiano, se tuvo acceso a la ficha de estado de conservación que contenía la siguiente información:
Estado de Conservación: Bueno: Presenta suciedad en toda la superficie y algunas manchas, craqueladuras [sic] en la parte negra del centro de la obra. Tiene una marca de agua que atraviesa la pintura en el lateral izquierdo.
Marco: [Tiene] abolladuras y rayones.
Reverso: Sistema de sujeción de ármelas y pita.
Como los daños no han afectado la integridad estética general de la obra, su restauración se hace plausible. De modo que, en caso de realizarse, se acentuaría el valor monetario potencial, a la vez que se reafirmarían su significación intangible y su potencia ultimadora.
Reflexión final
En conclusión, es natural que los criterios de valoración arriba expuestos establezcan El cuadrado azul (1964) de Guillermo Wiedemann como patrimonial, no solo por su carácter estético innovador, cálido y frío, sino por su significancia dentro del museo al que pertenece, la serie de obras que acompaña, su valor monetario aproximado y la factibilidad de su restauración. Sin embargo, este proceso de investigación deja a la luz varios cuestionamientos relacionados con la escasez de información que la institución posee acerca la pieza. En específico, como se dijo párrafos arriba, se mantiene la pregunta acerca la carencia de catálogos de exposición, notas de curaduría u otros documentos que den cuenta de los momentos en los que El cuadrado azul fue exhibido, lo cual limita un análisis exhaustivo de su contexto de recepción. También queda debatible la real forma como llegó la obra a hacer parte del acervo del museo, a la vez que puede interrogarse por el estado del proceso de restauración en el que se encuentra (y el manejo financiero que se le está dando). En ese espíritu, todo esto termina en una invitación a un análisis y estudio mucho más minucioso de los contextos de esta obra, con el fin de proponerla cabalmente como patrimonio cultural.
Notas
[1] Franco, Ana. “Wiedemann abstracto: pinturas y ensamblajes, 1959-1965”. En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 33.
[2] García, Marcela. “Cronología.” En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 278-297.
[3] Iriarte, María. “Guillermo Wiedemann: en busca de la libertad”. En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 15-31; Franco, “Wiedemann abstracto”, 35.
[4] Franco, “Wiedemann abstracto”, 36.
[5] Franco, “Wiedemann abstracto”, 43.
[6] Franco, “Wiedemann abstracto”, 55
[7] Lo cual se debe a que no se tiene acceso al Archivo Documental del mismo y/o este no posee documentos que den tratamiento propio a la obra, a saber: catálogos de exposiciones, reseñas, notas curatoriales, etc.
[8] Pulido, Jaime (conservador del MAMBO), en conversación con el autor, septiembre de 2022.
[9] Véase el capítulo “Obras” del libro Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción.
[10] Especialmente el arte figurativo.
[11] Traba, Marta. Seis artistas contemporáneos colombianos (Bogotá: sin editorial, c. 1963), sin paginar.
[12] Franco, “Wiedemann abstracto”, 33.
[13] Iriarte, “Wiedemann en busca de libertad”, 26-28.
[14] Rubiano, Mayra (conservadora del MAMBO), correos electrónicos a la autora, septiembre de 2022.
Referencias
Franco, Ana. “Wiedemann abstracto: pinturas y ensamblajes, 1959-1965”. En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 33-64.
García, Marcela. “Cronología.” En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 278-297.
Iriarte, María. “Guillermo Wiedemann: en busca de la libertad”. En Guillermo Wiedemann: viaje a la abstracción (Bogotá: Ediciones Gamma, 2016), 15-31.
Museo de Arte Moderno de Bogotá MAMBO. La Colección, t.1. (Bogotá: Letrarte Editores, 2016).
Traba, Marta. Seis artistas contemporáneos colombianos (Bogotá: sin editorial, c. 1963), sin paginar.
*Este texto es producto de una actividad investigativa realizada para el curso de Valoración de Patrimonio en la Universidad de los Andes, durante el segundo semestre de 2022.