
«¡Luces, luces, luces!» Hamlet. Acto III, escena 2.
La iluminación en nuestro dispositivo escénico se trabaja desde tres puntos de vista: el de la iluminación cercana al de una galeríao museo; el de una iluminación hecha para teatro; y el de la iluminación de lo liminal, de lo que se encuentra en ese cruce galería y teatro, de los cruces entre lo material y lo inmaterial. En un primer momento, el público recorrerá un lugar cuyos espacios son iluminados a la manera de un espacio de arte, con una iluminación sobria y puntual que permita apreciar los objetos y los videos expuestos en el espacio. Luego, esa iluminación se irá transformando con el accionar de los actores/músicos/performers, que requerirá de ambientaciones propias del teatro, más ligadas con lo simbólico, y que reclaman luces más expresivas, llegando a desembocar en el uso del color. El diseño lumínico será un gran aliado para crear atmósferas de ambigüedad, de luz y sombra, de difuminaciones. Se puede pensar, desde otro ángulo, que la luz hace un viaje de ida y vuelta entre un espacio objetivo (la galería, el museo, el teatro) y uno subjetivo (la mente de Hamlet, la ficción, las conciencias expresadas del equipo artístico).
El trabajo con el texto / El espacio / El actor/performer / Los objetos / El sonido / La imagen/ La música / El público / La producción