
«Y no permitan que los cómicos ejecuten más de los que les esté indicado, porque algunos de ellos empiezan a dar risotadas para hacer reír a unos cuantos espectadores imbéciles». Hamlet. Acto III, escena 2.
Al plantear la idea de hacer una instalación teatral nos desligamos totalmente de la forma de recepción teatral convencional. En primer lugar, el público llega a un espacio al cual no se dirige a sentar y a ubicar en una platea o en un «gallinero», sino que el espacio le demanda una acción: recorrerlo. De este modo, los espectadores se convierten de inmediato en agentes plásticos y performáticos dentro del espacio, que son vistos por otros, contagiados o cohibidos por las acciones de otros. Se podrá ver gente pasando las páginas de un libro, sentadas observando una proyección gigante de Krishnamurti, otros con audífonos puestos escuchando los textos de Juan Pablo/Hamlet ligados a un objeto en específico, o escuchando la conferencia entre una monja budista y un cura católico discutiendo pasajes de la obra, o simplemente caminando por el espacio. En segundo lugar, por un buen rato, la noción de actor no está presente en el espacio, sólo se atiende a pequeños happenings que suceden mientras el coro calienta la voz, o el chelista camina con ellos antes de sentarse a tocar. En tercer lugar, una vez se instaura la acción poética del actor/performer, los espectadores observarán, cada uno desde un lugar muy distinto y desde una silla o butaca muy diversas, la obra, con lo cual cada persona se llevará un punto de vista y una experiencia completamente distinta. Sumado a esto, es probable que no todo el mundo observe los mismos objetos al comienzo, o que escuche los audios y paisajes sonoros que otra persona escuchó, de lo que resulta que el sentido no es completo ni es único para nadie. En cuarto lugar, durante las acciones del actor/performer, el público será invitado a participar de manera activa en algunos momentos, se le preguntarán cosas, se le invitará a comer, quizá incluso a leer alguna escena con el actor/performer. En resumen, hablamos de un espectador activo e involucrado de manera directa en el espacio, tiempo y acción de la obra. La relación entre montaje y obra desde el punto de vista del espectador en un dispositivo como el nuestro es resaltada de la siguiente manera por Rodrigo Alonso:
El movimiento del espectador adopta las características de una exploración (…) Esto significa que el visitante, al encontrarse con la pieza y seleccionar el orden en el cual observará las pantallas, los tramos de video que verá y el tiempo que dedicará a cada uno de ellos, construye un montaje audiovisual propio que produce una obra única para él.
Rodrigo Alonso (2015)
El trabajo con el texto / El espacio / El actor/performer / Los objetos / El sonido / La imagen/ La música / La iluminación / La producción
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